viernes, 11 de octubre de 2013

Txikitero eguna

Cada 11 de octubre, coincidiendo con las festividad de la Amatxu de Begoña, se celebra el día del txikitero o txikitero eguna.

Imagen de la Virgen de Begoña en la calle Pelota del Casco Viejo. Observese que la imagen tiene en la mano derecha un vaso de txikito, ya que es la virgen de los txikiteros y ante ella se canta la Salve.

Pocas cosas habrá tan bilbaínas como la costumbre de tomar txikitos o potes en cuadrilla, bueno quizá el Athletic, y el bollo de mantequilla, y la carolina, y.., bueno vale, hay muchas cosas tan bilbainas como la tradición de txikitear, pero esta es una de las más bilbaínas y la que en más riesgo de perderse corre.
Tradicionalmente las cuadrillas txikiteaban por el Casco Viejo tomando vino peleón. Hoy en día las cuadrillas que toman potes prefieren otras bebidas, como zuritos, si es vino que sea crianza o como mucho cosechero o incluso kalitxiki (kalimotxo pequeño).
También se está perdiendo la costumbre de entonar bilbainadas y otras coplas populares en cada bar, y como no, un txikitero que se precie debe lucir txapela con elegancia y estilo, un poco ladeada, al modo bilbaíno.

Txikiteros entonando bilbainadas en un bar del Casco Viejo.
 Para recuperar estas y otras tradiciones relacionadas con la costumbre de tomar vinos en cuadrilla surgío el txikitero eguna, que hoy cumple su 50 aniversario.Así que no podemos dejar que se pierda esta tradición tan nuestra. Esta ronda la pago yo, que para eso soy de Bilbao.




viernes, 4 de octubre de 2013

Pimientos del piquillo, de Navarra, de dónde si no

Llegado el otoño es época de pimientos del piquillo, manjar donde los haya, delicatessen de la huerta navarra, porque tiene que ser de Navarra, de la Ribera navarra.
A continuación desarrollaré el proceso de asado y embotado del pimiento del piquillo para conseguir una conserva de la que disfrutar a lo largo del año.
Lo primero, lógicamente, es recoger el pimiento, por lo que desde aquí quiero reconocer la no siempre suficientemente valorada labor de los agricultores y labradores que dedican su vida a llenar nuestra despensa y a proveernos de manjares inigualables. Existe una amplia variedad de pimientos, siendo los del piquillo los más apreciados por la delicadeza de su carne y su exquisito sabor.


Pimientos del tamaño justo y coloraos, madurados al sol, como debe ser. En su punto justo para ser asados.


Se colocan en una superficie lisa y se procede a su asado. Antiguamente se hacia con leña o carbón pero hoy en día se utiliza una especie de soplete de gas de boca ancha que facilita y agiliza mucho el proceso, además de ser más limpio y menos engorroso. También se pueden asar en el horno de casa pero el proceso es mucho más lento y depende de la cantidad de pimientos que vayamos a asar, mucho más caro. Hay que asarlos hasta que queden totalmente negros. El resultado:


El siguiente paso, una vez se templen. es proceder a pelarlos y quitarles toda la superficie ennegrecida, así como el rabo y las pepitas La piel se desprende fácilmente una vez asados y para quitar el rabo podemos ayudarnos de un cuchillo.


Después se pasan por agua para eliminar cualquier resto de piel que haya podido quedar y quitar las pepitas del interior del pimiento. También se puede hacer con un paño para tratar de conservar la mayor cantidad de propiedades organolépticas del pimiento, algunas de las cuales se pueden eliminar al mojarlos. 


Por último se meten en los botes y al final se añade un poco del líquido que ellos mismos generan. Se cierran las tapas fuertemente y a conciencia y se meten en una olla cubiertos de agua para que hiervan a fuego lento durante aproximadamente 15 minutos. De este modo conseguimos acabar con los microorganismos y las bacterias y evitar el botulismo. 


Tras este proceso el resultado no puede ser más satisfactorio. Ahora solo queda disfrutar de ellos. 


Personalmente me gustan cortados en tiras con las manos, no con cuchillo ni tijera, y cocinados a fuego lento en una sartén con un poco de aceite de oliva y ajo muy picado hasta que se cree una salsilla un tanto espesa. Exquisitos como acompañamiento de casi cualquier cosa, huevos fritos, tortilla de patata, un buen chuletón, o simplemente con una barra de pan. Lo dicho, delicatessen de nuestra tierra. 
Sólo se me ocurre un pero, una vez probados estos pimientos, cualquier otro que probemos nos parecerá de menor categoría. 




martes, 1 de octubre de 2013

Restaurante La Cuesta, Cerrazo (Cantabria)

Existe un restaurante que resiste impasible al paso del tiempo y ofrece magníficos platos a precios todavía razonables. Se llama La Cuesta y está ubicado en el Cerrazo, en Cantabria, a pocos kilómetros de pasar Torrelavega dirección Oviedo. Su visita se hace imprescindible si se va camino de Asturias ya que el goce está asegurado. Es recomendable reservar con antelación ya que la fama de este reducto de la gastronomía está bastante extendida y son legión sus fieles.

En la última visita comenzamos por una ración de rabas. Un plato más que generoso de unas muy buenas rabas por 5 euros. En muchos bares por mucho menos de un tercio de esa ración cobran hasta 6 euros y la calidad deja mucho que desear.


Continuamos con el plato principal. Como sabíamos que las raciones son más que generosas, abundantes podría decirse, decidimos pedir un plato principal tras las rabas para poder disfrutar del postre. Los cuatro nos decidimos por el lechazo tras la recomendación del amable camarero, que nos dijo que estaba a punto de salir del horno. Nos trajeron una fuente con las raciones de los cuatro, más una ensalada y otra fuente con patatas fritas y pimientos.





Realemente exquisito, el cordero se deshacía en la boca. Un manjar. Acompañamos la comida con una botella de vino de la casa y solo dejamos los huesos.


De postre nos decantamos por la tarta de hojaldre, la de queso y el mouse de limón, todos caseros y deliciosos. Personalmente me quedo con la de hojaldre. Merece la pena reservar algo de sitio para el postre.



Os dejo la cuenta para que podáis comprobar los precios de los platos. Altamente recomendable.