viernes, 6 de octubre de 2017

Elogio al marisco

En Álava, a pocos kilómetros de Vitoria-gasteiz, junto al embalse de Urrunaga, a la sombra de la pared que contiene los millones de litros de agua del pantano, se encuentra el restaurante Ipar Itsaso. Se trata de un amplio local especializado en marisco. 



Los amantes de este manjar tienen aquí un lugar al que peregrinar sin falta para disfrutar, tierra adentro, de lo más exquisito que nos ofrece la mar.



El local tiene la peculiaridad de que es el cliente el que escoge de un expositor lo que va a comer. Se lo pesan y de ahí va a la cocina, donde de cara al público, se prepara lo que se ha elegido. Cocina a la vista. Langostinos, gambas, cigalas, percebes, rabas, txopitos, caracolillos, almejas, nécoras. 



Pero también langostinos gigantes ‘jumbo’, ostras, carabineros, bogavantes, txangurro, navajas y langostas, que reposan en un gran vivero a la espera de quien se atreva a degustarlas. Además dispone de pescado fresco como rodaballo, rape, merluza y besugo.  




Asimismo, la suculenta oferta gastronómica se completa con ensaladas, arroz de bogavante y sopa de pescado. Los amantes de la carne pueden elegir entre el solomillo de buey del leones Valle de Esla, chuletillas de cordero o el espectacular chuletón de ganado mayor traído de Galicia.



Esta primera aproximación al paraíso del marisco la hicimos guiados por un asiduo al local enamorado del marisco. El acercamiento al expositor de mercancía nos hizo empezar a salivar. Cada uno de los tipos de mariscos aparece con su precio correspondiente, ya sea por kilo, o por unidad, como el caso de las ostras o el txangurro.



La persona que atiende y pesa lo que elige el cliente le asesora para que no pida con los ojos. Los consejos de los entendidos siempre son bien recibidos.
Nuestra elección fue la siguiente. Almejas. Se pueden pedir a la marinera o simplemente a la plancha. De buen tamaño y con una salsilla a base de vino blanco y ajo. Riquísimas.



Navajas. También cocinadas a la plancha, quizá quedaron demasiado hechas, pero así y todo muy buenas y muy grandes.



Txangurro. Gratinado en el horno antes de servirlo. Muy rico.
Carabineros. Probablemente lo mejor de la comida. De un color rojo intenso y grandes como la palma de la mano. A la plancha y con sal. Sin más. Carne tersa y jugosa y sabor… impresionante.



Besugo. Como colofón pedimos un besugo que nos sirvieron una vez acabado el marisco. Al horno y con su refrito de ajos. Carne blanca y como la mantequilla.



Todo exquisito. Una gozada darse un capricho así para los amantes del marisco. Siendo conscientes del precio que tiene el marisco, nos pareció bastante ajustado. Así y todo no es una experiencia para repetir cada semana, porque la cuenta sube considerablemente, pero darse un homenaje de vez en cuando o con motivo de alguna celebración tampoco es ningún delito.

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